Había olvidado por completo aquella historia. Esta tarde la recordé de
improviso en casa de Isabel Artés al ver que una mecedora se movía por sí
misma. Seguramente alguien acababa de levantarse de ella o cualquiera la rozara
al pasar. Pero ambos supuestos carecen de importancia, como tampoco importa
quién es Isabel Artés ni por qué fui a visitarla.
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