martes, 30 de noviembre de 2010

LA NUEVA ORTOGRAFÍA

LA NUEVA ORTOGRAFÍA: MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES.
Por Ricardo Soca (La página del español)

La reforma anunciada por algunos diarios como una «revolución lingüística», parece ser apenas un pequeño ajuste ortográfico, de esos que la Academia Española viene poniendo en práctica periódicamente desde hace trescientos años sin que la vida cambie mucho para nadie. Lo que se conoce hasta ahora no son más que precisiones sobre normas que llevan años de vigencia, aunque hay que admitir que se elimina mucha confusión en algunas zonas grises de la ortografía castellana. En todo caso, se trata de una pequeña corrección de códigos que nada tiene que ver con el cambio lingüístico, que circula por otros caminos.
En algunos diarios he leído el anuncio de una «revolución lingüística» con la presentación de la nueva Ortografía de la lengua española, prevista para el próximo día 28 en Guadalajara. Los diarios de todo el mundo, en crisis, necesitan vender para sobrevivir, y la Real Academia quiere recaudar fondos con la presentación de esta obra de ochocientas páginas, lo que tal vez explique este tipo de explotación sensacionalista de una noticia que tiene muy poco de lingüística y nada de revolucionaria.
Lo que la Real Academia está anunciando en cuentagotas parece ser apenas un pequeño ajuste ortográfico, de esos que la «docta casa» viene poniendo en práctica periódicamente desde hace trescientos años sin que la vida cambie mucho para nadie.
La prensa anuncia como un hecho histórico, por ejemplo «la eliminación de dos letras del alfabeto» castellano, la ch y la ll. En realidad, estos dos dígrafos ya habían sido eliminados de los diccionarios en 2001 e incluidos dentro de la c y la l, sin que nada cambiara en la lengua por eso.
Las vacilaciones en la tilde diacrítica en los demostrativos (este, ese, aquel, esto, eso, aquello) y en el adverbio/adjetivo solo vienen desde hace por lo menos cincuenta años y sólo han generado confusión y críticas incesantes. Eliminar esas tildes parece una medida razonable, aunque nada revolucionaria.
La y griega me fue presentada hace casi sesenta años con el nombre de ye, de modo que poco cambio representa el anuncio de este «nuevo» nombre, que parece destinado a formar un conjunto que permitan impulsar las ventas de la nueva obra de la Academia.
Que se recomiende ahora la grafía cuórum en lugar de quórum parece estar de acuerdo con la tradición académica de ajustar la ortografía a la tradición española; una o después de qu no es por cierto propio de esa tradición inaugurada con el diccionario de Autoridades (1726-1738). Algo similar ocurre con el cambio de la q por k en Irak, puesto que la q al final de palabra es inexistente en nuestra lengua y no se justifica por proceder del árabe, que tiene otro alfabeto.
En cuanto a la decisión de que el prefijo ex vaya unido a la palabra, es coherente con la norma expresada en la Nueva Gramática de la Lengua Española, que señala que los prefijos van siempre unidos; es una cuestión de mera coherencia. Además, ha habido hasta ahora gran confusión con respecto a ex, que uno puede ver unido, separado o con un guión interpuesto.
La supresión de las tildes en palabras como guión y truhán suena como un desaire a los hablantes iberoamericanos, el 90 % del total, que las pronuncian como bisílabas pero deberán ajustar su ortografía la pronunciación monosilábica peninsular.
Para que nadie se engañe, es preciso aclarar que esta modesta reforma no tiene nada que ver con el cambio lingüístico de que a veces hablamos. Una cosa es la lengua, ese organismo vivo que pertenece a todos los hablantes y que está en cambio permanente y otra, distinta y muy menor, la escritura, una mera convención. La primera pertenece a los hablantes y las academias nada pueden hacer —aunque a veces lo intenten— excepto acatar las decisiones de los usuarios de la lengua y verterlas en los diccionarios y gramáticas, mientras que el código ortográfico se mantiene inalterado (como en francés o en inglés) o cambia periódicamente, como en español, por decisión de entidades que ha consensuado en llamar, a veces con cierta ironía «autoridades lingüísticas».
En suma, mucho ruido y pocas nueces. La gran aceptación que han tenido en el mercado las últimas obras de la Academia, viene estimulando a la Casa a producir más mercaderías para alivio de los patrocinadores, como el Banco de Santander, Iberia, Repsol y Telefónica, entre otros, pero eso parece insuficiente para justificar el alborozo periodístico.

lunes, 29 de noviembre de 2010

EL SIGLO DE ORO Y OTRAS HIERBAS

Esta tarde hemos podido asistir a una representación dedicada a los adolescentes de dos obras clave en el Siglo de oro: La dama boba y La vida es sueño, así como a las "desavenencias" entre Góngora y Quevedo.
Aquí tenéis algunas imágenes de esta tarde. La calidad no es muy buena por diversos factores, pero para tener un recuerdo sirven.
Gracias a todos (IES Oleana e IES Nº1) por vuestra asisntencia y por vuestro respeto.




jueves, 25 de noviembre de 2010

Ana María Matute, Premio Cervantes 2010

Ana María Matute, Premio Cervantes 2010
Se convierte en la tercera mujer en conseguirlo tras María Zambrano y Dulce María Loynaz
EL PAÍS, JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS / ROSA MORA - Madrid / Barcelona - 24/11/2010

Ana María Matute es Premio Cervantes 2010. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha sido la encargada de anunciar el nombre de la ganadora del Premio Cervantes , el más prestigioso de las letras en lengua española. Hay una regla no escrita que dice que, después de que el año pasado lo recibiera el mexicano José Emilio Pacheco, este año tocaba español.

Ana María Matute tiene 85 años y no 84 como dicen buena parte de sus biografías. "Nací en 1925", dijo recientemente a este diario. El Premio Cervantes reconoce su obra, 12 novelas y varios volúmenes de cuentos, ahora reunidos en La puerta de la Luna, desde los primeros textos de 1947 hasta 1998. "Si me dan el Cervantes daré saltos de alegría, saltos de alegría espirituales", dijo en la entrevista. Matute, una mujer fuerte de salud frágil se apoya en una muleta para andar.

Es el premio que le faltaba. Los ha tenido casi todos, dos nacionales de Literatura Infantil; el Nacional de las Letras (2007); el Nacional de Literatura y el de la Crítica por Los hijos muertos; el Nadal 1959 por Primera memoria; el Planeta 1954, por Pequeño teatro, e incluso el Ciutat de Barcelona 1966 por un relato maravilloso, El verdadero final de la Bella Durmiente.

"Nací cuando mis padres ya no se querían". Es la primera frase de su última novela, Paraíso inhabitado, quizá la más autobiográfica de sus obras. Esta historia, como Olvidado Rey Gudú, Aranmanoth, La torre vigía, Los soldados lloran de noche, La Trampa o tantos otros títulos, muestran su capacidad extraordinaria para fabular y conmover. Su estilo literario y su imaginación conquistan a los lectores, a veces, mucho más que a la crítica.

Fallado por primera vez en 1976 -se lo llevó Jorge Guillén- el Premio Cervantes solo contaba con dos mujeres en su palmarés: la pensadora malagueña María Zambrano (1988) y la poeta cubana Dulce María Loynaz (1992). Cada año se recuerda esa cifra y cada dos, cuando toca español, se recuerda el nombre de Ana María Matute, tal vez la única persona del parnaso literario nacional que ha dicho abiertamente que le gustaría ganar el premio.

La tendencia de los últimos fallos apuntaba al menos a que le había llegado el turno a su generación, la de los años 50, la de los niños de la Guerra Civil, un puñado de autores a la altura ya de la otra gran generación clásica del siglo XX, la del 27. Ahí están los premios a Juan Marsé, Antonio Gamoneda o Rafael Sánchez Ferlosio, los últimos españoles en lograrlo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

EL SIGLO DE ORO Y OTRAS HIERBAS

El próximo lunes 29 de noviembre los alumnos de 3º de ESO y 1º de Bachillerato del IES Oleana asistirá a una representación teatral llamada "El Siglo de Oro y otras hierbas", represetada por la compañía Gori Artieda / Buffon's en el Teatro Principal de Requena.

El teatro del Siglo de Oro y otras hierbas
Un repaso a algunas de las mejores obras de este siglo del teatro español y a sus mejores exponente. Un espectáculo de estilo juglaresco con fragmentos de El retablo de las maravillas, de Miguel de Cervantes; La dama boba, de Lope de Vega; los enfrentamienos poéeticos de Góngora y Quevedo; La vida es sueño, de Calderón de la Barca y El Buscón, de Quevedo, junto a algunas de las anécdotas de la sociedad de la época. Un retrato a través del teatro del, quizá, siglo más esplendoroso que haya vivido jamás nuestra literatura y, por supuesto, nuestro teatro.

Sinopsis
A través de un programa de radio dirigido especialmente a los "Eso" y a los "Bachilleres", el locutor va introduciendo algunos aspectos de la vida del Siglo de Oro y cómo esos aspectos se vieron reflejados en la sobras que se escribieron.
Los actores van alternando sus papeles entre personajes de la obra y comentaristas de radio, todo ello tratado con dinamismo y un ritmo alegre y desenfadado que intenta, como siempre, que a la salida del teatro, hayamos conseguido que una parte de los presentes tengan ganas de leer con más entusiasmo las obras de las cuales han visto representados algunos fragmentos.

CAMBIOS EN LA ORTOGRAFÍA

La i griega será ye, la b será be (y no be alta o be larga); la ch y la ll dejan de ser letras del alfabeto; se elimina la tilde en solo y los demostrativos (este, esta...) y en la o entre números (5 o 6) y quorum será cuórum, mientras que Qatar será Catar.
La nueva edición de la Ortografía de la Real Academia Española, que se publicará antes de Navidad, trata de ser, como dice su coordinador, Salvador Gutiérrez Ordóñez, "razonada y exhaustiva pero simple y legible". Y sobre todo "coherente" con los usos de los hablantes y las reglas gramaticales. Por eso el académico insiste en que plantea innovaciones y actualizaciones respecto a la anterior edición, de 1999, pero no es, "en absoluto" revolucionaria. Gutiérrez Ordóñez se resiste incluso a usar la palabra "reforma".
Con todo, al director del Departamento de Español al Día de la RAE no se le escapa que los cambios ortográficos provocan siempre resistencias entre algunos hablantes. De ahí la pertinencia, dice, del consenso panhispánico que ha buscado la Comisión Interacadémica de la asociación que reúne a las Academias de la Lengua Española de todo el mundo. El miércoles, esa comisión, reunida en San Millán de la Cogolla (la Rioja) aprobó el texto básico de la nueva Ortografía de la lengua española. A falta de su ratificación definitiva el 28 de este mes en la Feria del Libro de Guadalajara (México) durante el pleno de las 22 academias, estas son algunas de las "innovaciones puntuales" aprobadas esta semana y destacadas por el propio Gutiérrez Ordóñez.
La i griega será ye. Algunas letras de nuestro alfabeto recibían varios nombres: be, be alta o be larga para la b; uve, be baja o be corta, para v; uve doble, ve doble o doble ve para w; i griega o ye para la letra y; ceta, ceda, zeta o zeda para z. La nueva Ortografía propone un solo nombre para cada letra: be para b; uve para v; doble uve para w; ye para y (en lugar de i griega). Según el coordinador del nuevo texto, el uso mayoritario en español de la i griega es consonántico (rayo, yegua), de ahí su nuevo nombre, mayoritario además en muchos países de América Latina. Por supuesto, la desaparición de la i griega afecta también a la i latina, que pasa a denominarse simplemente i.
Ch y ll ya no son letras del alfabeto. Desde el siglo XIX, las combinaciones de letras ch y ll eran consideradas letras del alfabeto, pero ya en la Ortografía de 1999 pasaron a considerarse dígrafos, es decir, "signos ortográficos de dos letras". Sin embargo, tanto ch como ll permanecieron en la tabla del alfabeto. La nueva edición los suprime "formalmente". Así, pues, las letras del abecedario pasan a ser 27.
Solo café solo, sin tilde. Hay dos usos en la acentuación gráfica tradicionalmente asociados a la tilde diacrítica (la que modifica una letra como también la modifica, por ejemplo, la diéresis: llegue, antigüedad). Esos dos usos son: 1) el que opone los determinantes demostrativos este, esta, estos, estas (Ese libro me gusta) frente a los usos pronominales de las mismas formas (Ese no me gusta). 2) El que marcaba la voz solo en su uso adverbial (Llegaron solo hasta aquí) frente a su valor adjetivo (Vive solo).
"Como estas distinciones no se ajustaban estrictamente a las reglas de la tilde diacrítica (pues en ningún caso se opone una palabra tónica a una átona), desde 1959 las normas ortográficas restringían la obligatoriedad del acento gráfico únicamente para las situaciones de posible ambigüedad (Dijo que ésta mañana vendrá / Dijo que esta mañana vendrá; Pasaré solo este verano / Pasaré solo este verano). Dado que tales casos son muy poco frecuentes y que son fácilmente resueltos por el contexto, se acuerda que se puede no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible ambigüedad", esto dice la comisión de la nueva Ortografía, que, eso sí, no condena su uso si alguien quiere utilizar la tilde en caso de ambigüedad. Café para todos. No obstante, la RAE lleva décadas predicando con el ejemplo y desde 1960, en sus publicaciones no pone tilde ni a solo ni a los demostrativos.
Guion, también sin tilde. Hasta ahora, la RAE consideraba "monosílabas a efectos ortográficos las palabras que incluían una secuencia de vocales pronunciadas como hiatos en unas áreas hispánicas y como diptongos en otras". Sin embargo, permitía "la escritura con tilde a aquellas personas que percibieran claramente la existencia de hiato". Se podía, por tanto, escribir guion-guión, hui-huí, riais-riáis, Sion-Sión, truhan-truhán, fie-fié... La nueva Ortografía considera que en estas palabras son "monosílabas a efectos ortográficos" y que, cualquiera sea su forma de pronunciarlas, se escriban siempre sin tilde: guion, hui, riais, Sion, truhan y fie. En este caso, además, la RAE no se limita a proponer y "condena" cualquier otro uso. Como dice Salvador Gutiérrez Ordóñez, "escribir guión será una falta de ortografía".
4 o 5 y no 4 ó 5. Las viejas ortografías se preparaban pensando en que todo el mundo escribía a mano. La nueva no ha perdido de vista la moderna escritura mecánica: de la ya vetusta máquina de escribir al ordenador. Hasta ahora, la conjunción o se escribía con tilde cuando aparecía entre cifras (4 ó 5 millones). Era una excepción de las reglas de acentuación del español: "era la única palabra átona que podía llevar tilde". Sin embargo, los teclados de ordenador han eliminado "el peligro de confundir la letra o con la cifra cero, de tamaño mayor".
Catar y no Qatar. Aunque no siempre lo fue, recuerda el coordinador de la nueva ortografía, la letra k ya es plenamente española, de ahí que se elimine la q como letra que representa por sí sola el fonema /k/. "En nuestro sistema de escritura la letra q solo representa al fonema /k/ en la combinación qu ante e o i (queso, quiso). Por ello, la escritura con q de algunas palabras (Iraq, Qatar, quórum) representa una incongruencia con las reglas". De ahí que pase a escribirse ahora: Irak, Catar y cuórum. ¿Y si alguien prefiere la grafía anterior: "Deberá hacerlo como si se tratase de extranjerismos crudos (quorum, en cursiva y sin tilde)". Aunque esta regla no sirve para los nombres propios, que se siguen escribiendo en redonda, del mismo modo que hay quien prefiere escribir New York a Nueva York.